Asistimos nuevamente a otro
rifirrafe, en el accidentado proceso de PAZ; esta vez por cuenta de la obstinada
posición del Gobierno, de pretender imponer unilateralmente temas que según lo
acordado en la Mesa de Diálogos, deben ser de consenso de las partes; me
refiero al asunto de la refrendación, sub-punto del punto 6 de la Agenda
General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz estable
y Duradera. En palabras del Presidente de la República, el Pllebiscito será el
mecanismo de refrendación, de los acuerdos a que se llegare en La Habana-Cuba,
“gústele a las FARC o no”; posición esta que no ayuda en nada y que muy por el
contrario afecta, enrarece y retrasa de manera grave el acuerdo final. Y es que
no es la primera vez que el gobierno pretende imponer su punto de vista y/o
poner trabas al normal desarrollo del proceso: Lo primero fue imponer la
negociación en el exterior con lo que se restringiría al máximo la
participación del pueblo, de los de a pie en el proceso. Segundo dialogar en
medio del conflicto con el riesgo de que los hechos de guerra den al traste con
lo acordado y por ende con el mismo proceso; como quedó en evidencia en los
casos de la retención del general Alzate y de lo acontecido en el Cauca donde
perdieron la vida una docena de soldados, aparte de los varios operativos
militares en los que fueron bombardeados campamentos guerrilleros donde
perecieron un número considerable de insurgentes; luego fue el reversazo dado
por el gobierno en el tema de la Jurisdicción Especial para la Paz, hecho que
dilató por algo más de 2 meses el avance en el proceso y por último el
escándalo mediático por la presencia de guerrilleros uniformados en el acto de
socialización de los acuerdos en la Guajira.
A raíz de este último episodio,
el presidente de la República, fustigado por los enemigos de la PAZ, entró en
cólera y con su característica arrogancia,
propia de la clase dirigente empotrada en el poder, ordenó, cuan patrón de
finca, de fábrica o de rebaño; el inmediato regreso de los voceros de las FARC-EP
a La Habana y suspender, nuevamente de forma unilateral, un acuerdo, como es el
de que los voceros mandos de la guerrilla viajen a Colombia a hacer la
indispensable pedagogía de PAZ con sus tropas y obviamente con las masas y
pueblo con los que históricamente se han relacionado. De esta airada reacción,
surgen algunas preguntas, dudas e inquietudes: ¿Qué es lo que realmente molesta
a los enemigos de la PAZ, a los que por lo visto el seños Presidente pretende
apaciguar? que los guerrilleros estén uniformados y armados, no olvidemos que
aún no se ha firmado el armisticio, o que le hablen al pueblo de la necesidad
de una PAZ con justicia social que va más allá de la dejación de las armas y de
la incorporación de los insurgentes a la vida civil. Cómo se pretende alcanzar
la PAZ, negándole a una de las partes, el contacto directo con el pueblo? No
hay que olvidar que el punto 3 de la Agenda de Diálogos, Fin del Conflicto;
habla de la incorporación colectiva de los guerrilleros a la vida civil según
sus intereses en lo político, lo económico y lo social y si se pretende coartarles
el contacto con la población civil ¿cómo se pretende que esto se dé? Le molesta
al gobierno que los voceros insurgentes le hablen al pueblo de la PAZ y de la
necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente necesaria para la
implementación de los acuerdos mientras él utiliza todos los medios a su
alcance para posicionar el plebiscito como mecanismo de refrendación; como
siempre, la práctica de la ley del embudo. Y por último, el ultimátum en el
sentido que el próximo 23 de marzo es la fecha límite para la firma del Acuerdo
como si no hubiese aún, temas importantísimos por discutir y acordar;
soslayando incluso, la recomendación hecha por los y las participantes del
último Foro acordado por la Mesa de Diálogos realizado en la ciudad de Bogotá
el pasado 8 y 9 de febrero, en el sentido de postergar la fecha pactada para la
firma del acuerdo; todo indica que la voz y las recomendaciones del pueblo no
tienen ni eco ni importancia para el gobierno.
Hay que continuar rodeando el
proceso de diálogo, es la única forma de alcanzar la tan anhelada PAZ con
justicia social que el pueblo reclama y necesita; no permitamos que los hechos
propios del conflicto den al traste con lo avanzado, es hora de la movilización
popular, de salir a la calle para exigirle al gobierno cumplir con su palabra y
que cumpla con el mandato otorgado por el pueblo al reelegirlo, la PAZ es
asunto de todos los colombianos. No nos dejemos arrastrar por los opositores a
esta, por los fanáticos de la desavenencia, por los actores del odio, por los
que se benefician y enriquecen con la guerra, por los mercaderes de la muerte;
de optar por ese camino; algún día la guerra tocará a su puerta y ya no habrá
tiempo de arrepentimiento.
Horacio C. Corporación “Semilla y
Memoria”
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